Incluir un plan de comunicación convincente en una propuesta Horizon Europe no es simplemente cumplir con un requisito formal. Es demostrar que el consorcio entiende el valor estratégico de conectar la investigación con la sociedad, la industria y las políticas públicas. La Comisión Europea evalúa con rigor este apartado dentro del área de impacto, y los errores cometidos pueden traducirse en puntos críticos que dejan fuera a propuestas con un contenido científico excelente.
Evitar los fallos comunes y conocer las prácticas que sí aportan valor es un paso clave para aumentar las posibilidades de financiación y, más adelante, para maximizar el impacto real del proyecto.
Uno de los errores más habituales es confundir comunicación con diseminación o explotación. Aunque los tres conceptos están conectados, cada uno tiene su función y audiencias propias. Muchas propuestas describen actividades de diseminación (como publicar artículos científicos o asistir a congresos) bajo el epígrafe de comunicación, dejando fuera el esfuerzo por llegar a públicos más amplios o por generar un relato comprensible para quienes están fuera del entorno académico.
Otro fallo común es la vaguedad. Frases genéricas como «el proyecto tendrá una web», «se publicará en redes sociales» o «organizaremos eventos» no demuestran estrategia ni compromiso. La evaluación valora la concreción, la coherencia con los objetivos generales del proyecto, la viabilidad presupuestaria y la adecuación a los perfiles del equipo.
La falta de indicadores también penaliza. Muchos planes no incluyen métricas claras para medir el éxito comunicativo. Sin objetivos medibles, resulta imposible valorar si las acciones propuestas tienen sentido o si podrán adaptarse durante la ejecución. La ausencia de mecanismos de evaluación interna o externa suele percibirse como una debilidad.
También es habitual que las propuestas asignen tareas de comunicación a perfiles técnicos o científicos sin experiencia en el área. Esto, en términos de evaluación, puede generar dudas sobre la capacidad real del consorcio para ejecutar el plan.
Las propuestas que destacan en el área de comunicación suelen partir de un análisis riguroso de sus audiencias objetivo. No se limitan a enunciar «público general» o «responsables políticos», sino que identifican con precisión los grupos a los que quieren llegar, justifican su relevancia para el proyecto y describen los canales y mensajes adecuados para cada uno.
Otra buena práctica es la integración del plan de comunicación en el relato global del proyecto. No se presenta como un anexo aislado, sino como una herramienta alineada con los objetivos científicos, sociales y económicos del consorcio. Las acciones comunicativas refuerzan el impacto esperado y están sincronizadas con los hitos clave del proyecto.
Las propuestas mejor valoradas también detallan los recursos humanos y financieros destinados a la comunicación. Especifican si contarán con personal interno, con agencias externas o con colaboraciones institucionales. Esta claridad genera confianza y permite evaluar la escalabilidad de las acciones previstas.
El uso de narrativas efectivas es otra constante. Estas propuestas no se limitan a describir «lo que se hará», sino que explican por qué importa, cómo se conectará con las preocupaciones ciudadanas, qué formatos se utilizarán y cómo se medirá la reacción del público. Incorporar storytelling, lenguaje accesible y diversidad de formatos es valorado positivamente.
Finalmente, muchas propuestas exitosas incluyen experiencias previas en comunicación, ejemplos de éxito o resultados obtenidos en proyectos anteriores. Esto ayuda a demostrar que el equipo no parte de cero, sino que tiene una base sólida sobre la que construir.
Diseñar objetivos comunicativos que estén alineados con el «impact pathway» es un ejercicio de claridad estratégica. Significa definir qué cambios se esperan a corto, medio y largo plazo como resultado de las acciones de comunicación. Y significa también identificar los actores clave que pueden provocar o acelerar esos cambios.
Un objetivo válido no es «difundir los resultados del proyecto». Un objetivo medible y alineado con el impacto sería, por ejemplo: «aumentar en un 40% el conocimiento sobre tecnologías de energía oceánica entre autoridades locales costeras del Atlántico en los primeros 18 meses del proyecto, mediante formación especializada y materiales audiovisuales».
Estos objetivos deben estar respaldados por indicadores como: número de personas alcanzadas, nivel de comprensión del mensaje, grado de participación en eventos, colaboraciones generadas, cambios en percepciones, apariciones en medios, etc. Además, deben estar acompañados por herramientas de evaluación: encuestas, entrevistas, análisis de medios, auditorías digitales, entre otras.
La coherencia con el impact pathway también exige planificar a qué nivel se actuará: local, nacional, europeo o internacional. Cada nivel requiere canales, socios y estrategias distintas. En muchos casos, una combinación escalonada (de lo local a lo europeo) es la más efectiva.
Un plan de comunicación bien diseñado en una propuesta Horizon Europe no solo mejora la evaluación en el apartado de impacto. También contribuye a alinear el proyecto con su entorno, a generar confianza entre financiadores y actores sociales, y a facilitar la sostenibilidad de los resultados más allá del ciclo de financiación. Evitar los errores más comunes y aplicar buenas prácticas probadas es, por tanto, una inversión que fortalece todo el proyecto desde su concepción.
Si estás preparado para diferenciarte de los demás proyectos que van a tu convocatoria y empezar a diseñar tu comunicación para maximizar los resultados de tu propuesta, ponte en contacto con nosotros pues te aseguramos que lo vas a lograr.